El Duomo de Florencia es un referente para cualquiera que va de viaje por la Toscana. Su importancia no sólo viene dada por la belleza de sus formas, si no que adquiere dimensiones mayores cuando la observamos a través de la perspectiva arquitectónica. Estamos ante una de las infraestructuras más concienzudamente construida en Italia. Y no en vano, el simple hecho de que hasta hace bien poco el secreto de su cúpula -incomprensiblemente grande y pesada como para ser sostenida por la estructura- no fuese descifrado, le otorga un valor añadido.
El ingenio de Brunelleschi que ejecutó el trabajo de la cúpula, tuvo como fruto la consecución de una catedral singular, una verdadera obra de arte… que junto al campanario y el Battistero de Giotto conforman uno de los conjuntos más bellos de toda Italia.
Santa María del Fiore es por tamaño una de las más grandes de Europa (155 metros de largo, y 107 desde lo más alto de la cúpula al suelo), construida a lo largo de varios siglos desde que en 1296 se comenzase a levantar sobre la catedral paleocristiana de Santa Reparata que ocupaba el lugar desde hacía nueve siglos. Arnolfo di Cambio, arquitecto y escultor formado con Nicola Pisano recibió el encargo de iniciar la construcción y cuando le sobreviene la muerte la fachada ya está decorada hasta la mitad (no se reprenderá hasta 1357). Arnolfo imprimió al Duomo unos espacios grandes, dejando de lado las tesis del arte gótico que prevalecía.
Durante ese siglo XIV, un siglo que vivirá las pestes más crueles de la historia -como la de 1348- Giotto e d’Andrea Pisano siguen sus trabajos de la torre del campanario; mientras que Francesco Talenti entre 1364 y 1370 avanza en la nave perpendicular. La conclusión del eje donde se elevará la cúpula ya fija un ambicioso hueco de 45 metros de diámetro que traerá de cabeza a los que continúen la obra.
De especial belleza son las puertas de la catedral, fabricadas en bronce con relieves temáticos. La puerta del este, obra de Ghiberti, conocida como la Puerta del Paraíso conmemora la salvación de Florencia de la peste que mató casi a la mitad de la población; y refleja escenas del Antiguo Testamento en sus diez paneles. La puerta sur, la de entrada actual fue realizada por Pisano, con relieves de estilo gótico insertados en lóbulos; formato que Ghiberti repitió en la puerta norte.
El verdadero reto arquitectónico surgió con el cierre de la cúpula, que requirió un diseño y ejecución técnica en el que se trabajase con maquinaria a una elevación hasta entonces inaudita. Para tan magna labor se encomendó a Filippo Brunelleschi que en 1418 ganó el concurso lanzado por la ciudad.
Cuando se logró cerrar la cúpula se consagró a Santa María del Fiore el año de 1436 -recibe su nombre de la rosa de oro que el Papa Eugenio Iv donó.- , si bien la fachada aún estaba incompleta (así como la linterna de la cúpula que se acabó en 1468), situación comprometida que no se resolvería hasta 4 siglos después, cuando en 1871 Emilio de Fabris retoma los trabajos utilizando la misma decoración gótica del campanario y los laterales de la iglesia, y por supuesto los mismos mármoles policromos, el blanco de Carrara, el rojo de Siena y el verde de Prato.
Visita al interior de la Catedral
Nada más entrar al Duomo sentimos esa sensación de espacio que pocas catedrales nos transmiten. Las vastas naves se extienden 153 metros de largo hasta los tres ábsides. A diferencia de la mayoría de templos religiosos, la catedral estuvo promovida por el propio ayuntamiento de Florencia (durante un tiepo fue obligatorio que en todos los testamentos hubiese una donación para la construcción del Duomo), que invirtió para culminarla. Por ello no es extraño que la temática de los 3.600 metros cuadrados de frescos, obra de ilustres artistas florentinos como Paolo Uccello, Andrea del Castagno o Giorgio Vasari , trascienda en ocasiones lo religioso, pudiendo observar escenas de la Divina Comedia de Dante ofiguras equestres. Otros como el enorme trabajo pictórico de la cúpula con su Juicio Final (obra de Federico Zuccari) si que aluden a la Biblia. Al mismo tiempo, las vidrieras que traducen la luminosidad externa en claridad al interior también provienen del trabajo de genios como Donatello o Ghiberti.
Iluminando un círculo del suelo de la Capilla de la Cruz (a la izquierda del altar mayor) encontramos el reflejo de un reloj solar situado a 90 metros de altura para indicar el momento del solsticio. Los astrónomos renacentistas de Florencia lo emplearon durante 300 años. La colocación estratégica del mecanismo permite que los rayos se proyecten desde finales de mayo a finales de julio durante unos minutos justo antes y después del mediodía. En el pavimento se colocaron dos mármoles circulares, uno dentro del otro que marcan con su diámetro la plenitud del sol en el solsticio de verano
El Baptisterio y el Campanario
Acompañando al edificio de la catedral está el campanario, anexo, pero no adosado, obra inicial del fascinante Giotto (comenzado en 1334) que Andrea Pisano y Francesco Talenti finalizaron entre 1349 y 1360. Sus líneas rectas de los 82 metros de altura contrastan con la curvatura de la cúpula de Brunelleschi. Y la decoración de mármoles de colores se repite en todos los niveles, que según suben tienen los vanos más anchos para descargar peso sobre la estructura.
El baptisterio es el tercer elemento de la Piazza del Duomo, enfrente de la fachada de la catedral, el edificio de planta octogonal está dedicado a san Juan Bautista (San Giovanni). Comenzado en el siglo XI se aprecian las formas clásicas ornamentadas con la decoración geométrica florentina. Los mosaicos de la cúpula son obra de maestros bizantinos de Florencia.
El «milagro» de la cúpula del Duomo
Gran parte de la fama de la catedral se la lleva la cúpula construida sin usar sostenes para apoyar los arcos. Su planta octogonal tiene 46 de diámetro y se sostiene a 114, 5 metros de altura; y el enorme peso implicaba un verdadero ingenio que sólo Brunelleschi supo idear, no sin antes ser objeto del escepticismo de sus propios conciudadanos.
Para ello era vital aligerar el peso al máximo pero conservando la robustez de la estructura que sufriría una gran tensión y presión frente a la gravedad. Brunelleschi exprimió al máximo su mente para que los cálculos matemáticos surtieran efecto, ayudados por máquinas de propia creación.
Para descargar el peso diseña un sistema de dos cúpulas, la interna más pesada se sujeta con un sistema de ladrillos colocados con forma de espina de pez, haciendo soportar la presión entre ellos hasta que la transmiten a la base de la cúpula. El periodo que Brunelleschi pasa en Roma, diez años, le sirve para estudiar con atención este sistema utilizado por los romanos en el Panteón. Por encima de la cúpula interna, el arquitecto construye otra superpuesta, «falsa» en el sentido técnico, ya que es la otra la que soporta el peso de la estructura. Para acceder de una a otra construyó una escalera que permitió montar el tambor y la linterna de mármol blanco que completan la cúpula.
Su secreto se fue a la tumba, y no fue hasta hace unos años cuando se ha logrado entender hasta donde llegaba el ingenio del arquitecto. Tenéis más información en este artículo
Afortunadamente es posible hacer una visita al mirador de la Cúpula de Brunelleschi, y observar primero por dentro los frescos de la cúpula desde cerca, y luego las vistas increíbles de Florencia desde el mirador panorámico. Para ello hay que pagar entrada y tener en cuenta que el ascenso puede ser fatigoso por la inclinación y la estrechez, especialmente en los tramos finales. La recompensa como decimos bien merece el esfuerzo.
Las colas que se forman para subir al mirador son significativas, por lo que si queremos evitarlas lo mejor es acudir temprano o a última hora. Después de pagar la entrada en la taquilla comenzaremos a ascender, al principio por unas escaleras anchas que nos conducen al anillo de la cúpula, desde donde la vista de los frescos del Juicio final que pintó Federico Zuccari es muy diferente a verlos desde el interior de la catedral. Después de circular por el estrecho anillo alcanzamos la escalera de caracol que conduce al mirador de la cúpula. Sin embargo aún no hemos llegado, todavía nos falta la empinada escalera que apoyada sobre la propia cúpula interior concluye en el mirador panorámico. En este punto nos hacemos a la idea de como solucionó Brunelleschi la distribución del peso utilizando las dos cubiertas.
Información y horarios de visita a la catedral de Florencia
Laborables: 10 – 17
Jueves: 10 – 15,30
Festivos: 15 -17
Entrada gratuita
Los Horarios del mirador cúpula Duomo son de lunes a viernes, de 8,30 hasta las 18,20, y los sábados, desde las 8,30 hasta las 17. Los domingos el acceso a la cúpula permanece cerrado. El precio de la entrada a la cúpula del Duomo de Florencia es de 10€.